He leído esta novela en el libro editado por la Real Academia Española de la Lengua, con varios prólogos y con las anotaciones hechas a mano e impresas tal cual que hizo el autor, lo cual ha sido para mí esencial, no algo anecdótico, ni una curiosidad, para entender la novela, no como argumento, sino su situación literaria, al menos desde mi punto de vista.

Fue la novela elegida en la tertulia “Joaquín Colín” que celebramos anualmente en León, sobre libros voluminosos, de esas novelas que se dejan a medias, y para terminarlas nos ponemos el compromiso de hablar sobre ellas. Lleva el nombre de un profesor de literatura, que inició la misma cuando se jubiló. Murió este año 2021 y echaremos de menos sus comentarios iniciales, abriendo caminos para la lectura de quienes participamos en las mismas.

En algunos casos lo que cuenta en la segunda manera de leerlo lo intercalo con aquello a lo que se refiere en letra cursiva. Y luego hay una parte que me parece muy interesante, que son las notas escritas a mano, en papeles sueltos, que la Real Academia de la Lengua Española ha editado junto a la novela. Son apuntes que aclarar algunas, “Cuaderno de Bitácora”, de las cuestiones que iremos observando. Esta parte irá en negrita.

A mi parecer “Rayuela” es un libro tremendamente mitificado. Lo he leído de las dos maneras y es una ampliación y aclaración de lo que escribe, a través, especialmente del personaje escritor, Morelli. Finalmente es una justificación de lo que ha escrito, con chispas de erudición y brillantes reflexiones, pero muy a cuenta gotas. “Pasiones donde voy dejando pedazos de tiempo y de piel.” “Fuera del mundo sería el verdadero acceso al ser.” “Morelli pensó un libro que se quedó en notas sueltas.” Esto puede ser lo que realmente es esta novela, apuntes o un borrador. “Si escribiera ese libro, las conductas standar serían inexplicables con el instrumento psicológico al uso”. “El hombre no es sino buscar ser.”

Me di cuenta que el sentido de la obra es lo efímero de las relaciones, de los sentimientos, por ello me pareció más acorde el título inicial para esta novela “Mandala”, una representación simbólica del universo que se acaba destruyendo al final, para hacer otra. El juego, y el juego de la rayuela, aparecen, pero no recoge este título el sentido global de la novela, sino de ciertas partes en las que los sentimientos aparecen como un juego, a veces infantil. Anota que el subtítulo debería ser “Almanaque”. Asocia el Mandala a un gran desorden (en Argentina, en las cosas, en el Hombre.) Plantea la teoría del Mandala como “la búsqueda del centro”. Más adelante planteas que la ha de titular “Rayuela”, porque Mandala es pedante. “Creo que esto debe llamarse Rayuela.”

Entre las aportaciones de un amigo, que no quiere que salga su nombre, le llamaremos mi amigo K, indica que viajó a la India y aquel mundo le influyó. ¿Una novela para meditar?, o que se ha de ver como un paisaje, de paso. En la tertulia, con Flor Rodríguez, Guillermo Gutiérrez, Fernando Montes y Javier Cartago (otros asiduos no pudieron asistir) se valoraron los aspectos simbólicos de la obra y sobre todo el trasfondo de la soledad, la de todos los personajes, pero en especial la de Horacio y la Maga. Lo bueno de compartir lecturas es que amplía la visión de las mismas, descubres detalles en los que no te has fijado. La novela de esta manera crece.

Lo de contra novela, lo iremos viendo. En verdad parece más una técnica de mercado literario, que va a potenciar el mito. Cortázar fue un gran escritor de cuentos, la intensidad de sus relatos, las paradojas las quiso llevar a la novela y, pienso, que no funcionó. Hizo luego un relato sobre la misma, que es lo que más se ha trasmitido. Incluso la reflexión que dejó para la posteridad sobre la misma. El problema es que se ha caído en el papanatismo dentro del mundo literario y se imitan unos a otros y se da por cierto una versión “oficialista”, por decirlo de alguna manera.

No cabe duda que es una novela que encaja con su época, pero más por la militancia del autor que ciertos ambientes literarios y no literarios engrandecieran esta novela de manera artificiosa. Todo ello se podrá adornar de mil maneras, citar a famosos que alaban esta obra, pero forma parte de la parafernalia de mitificación. Los comentarios de prebostes del mundo literario, de la edición aludida, me parecen una hipérbole que va en este sentido del mito. Y lo planteo desde la coincidencia.

Comienza buscan a la Maga, “andábamos para encontrarnos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. Están en París, ciudad que define como un mandala que hay que recorrer sin dialéctica, un laberinto. Hay una tertulia que forman varias personas, intelectuales de la marginalidad, bajo el nombre de “Club de la Serpiente. Les van a definir como intelectuales aficionados. Hablan de un poeta, poco conocido: Ernesto Morroni. Se acabará disolviendo, cuando Etienne se va y luego los demás.

Hace una referencia, en más de una ocasión, a la obra de Proust: “el recuerdo lo guarda todo y no solamente a las Albertinas y a las grandes efemérides del corazón”. Habla del divorcio entre él y su cuerpo. “Soy lo que soy al saber lo que no soy.”La patafísica, como ciencia del absurdo adquiere consistencia, pero a modo de punto de fuga de la novela. Todo vale. “Si leo un libro de Joyce sacrifico otro que no puedo leer.” En sus anotaciones afirma de este autor que es un sociólogo y psicólogo genial.

Con la Maga habla de la patafísica. Término que más adelante explicará. El ambiente que describe es más bien decadente. Van apareciendo los personajes, en un paisaje urbano de una vida cotidiana muy particular. Según K, en realidad lo que se plantea en la novela es una negación de lo cotidiano. En un momento determinado se reconocerán como “una banda de lo que llaman fracasados porque no tenemos una carrera hecha, títulos y el resto.” Horacio, el protagonista, que narra la historia en primera persona, aunque esto irá cambiando, plantea que no está enamorado de la Maga, pero hacen el amor con un virtuosísimo desapego. Admite su “indiferencia mecánica.” “Estoy obligado a soportar que el sol salga todos los días.” Trasmite este ambiente de dejadez, de hacer por hacer, de desilusión. Refleja una mentalidad propia de los años 60 que estallará pocos años después en movimientos dispares, como fueron el de los hippies, psicodélicos que desembocarían en la droga una década después y un intelectualismo que era una amalgama de marxismo, psicoanálisis y marxismo renovado, junto a un nuevo arte y una nueva manera de entender la cultura. Aparece un sermón de Eckhar: “Me quería a mí mismo y no quería nada más.

La Maga se peinaba, se despeinaba y se volvía a peinar. Tiene un hijo pequeño, Rocamadour. Se llamaba como el padre, que desapareció. Ella es uruguaya. Viven con desidia. Para Horacio ella es su testigo y espía. Una relación sin enjundia… “La Maga se hacía ilusiones sobre mí…” Aunque hacían el amor la felicidad sería otra cosa; “mis besos eran como ojos que empezaban a abrirse más allá de ella”. Horacio se siente acorralado y “una noción de lo que tenía que ocurrir”. A pesar de lo cual se siente más libre que nunca. “Querer a la Maga había sido un rito con el que no espera iluminación.De la Maga salía resentido. La Maga estaba cansada de incertidumbres, hace a veces que la noche sea ardorosamente inútil. Anota una imagen muy bonita que no usa para la novela: “Una de las cosas más bellas del amor: la mujer que se pasea desnuda, que se cambia delante del hombre; Su confianza animal, y sin embargo, esos padres…”.

La Maga sueña con ser cantante. La manera de redactar es como si diera pinceladas sueltas. A veces quiere innovar, imitar a Joyce, pero es una mezcla de formas narrativas que tal y cómo lo plantea no hace falta que encajen, porque la lectura se basa en piezas sueltas, de ahí que se pueda hacer ese juego de ordenar la lectura saltando a capítulos dispares, que en realidad no es tal, sino añadidos a posteriori. Tener esto en cuenta es importante para evitar caer en la mitificación de esta novela, porque distorsiona lo que es. Y, sobre todo, dará lugar al desencanto, o a la alabanza fútil. Joyce tiene un algo dentro de su novela que hay que desentrañar. En “Rayuela” no, es querer sin poder, lo que no quita que plasme afirmaciones interesantes. Pero no es suficiente para que fragua una novela.

La Maga no sabe bien a qué fue a parís. Recibe lecciones de canto. Horacio Oliveira le cuenta alguna aventura que ha tenido, con una negrita, que se acostó con un hombre, por experimentar. Pero ellas no sabe si le toma el pelo. En realidad es, como muchas partes de la novela, de pasada, lo que sucede, lo que hablan, sin profundidad. Comentarios que pueden ser o no. Así, de esta manera parece que se desarrollan las tertulias del Club de la Serpiente. Participan intelectuales de paso, que opinan de oídas, comentan algo sin más. Mezclan temas, parece que los enuncian y poco más. Puede que haya quien piense que lleva de esta manera a los grandes temas, pero no se ve por ninguna parte. Ni tan siquiera la historia sentimental, que parece algo de paso.

“A Oliveira le gustaba hacer el amor con la Maga, porque nada podía ser más importante para ella”, una sexualidad de paso, intrascendente. Luego va a resultar que adquiere una fijación con ella, pero no se hace creíble. Es como si el autor quisiera empujar una relación que no da para más. Parece un sentimiento anestesiado, donde incluso ella parece más retórica sentimental que una relación afectiva, aunque fuera más de ella que de él. La indiferencia es el halo de la relación. Un placer mecánico, “como el desafío al Logos”. Es consciente que no la ama, piensa que el deseo cesará. “El amor, esa palabra.” “La Maga se rebela contra su desprecio”. En realidad se deja llevar, ambos. Y el hijo, que es de otro, en medio, como el invitado de piedra. Y ese aura de sin sentimiento parece que propicia lo que va a pasar, como si nada hubiera sucedido. En una circunstancia incómoda, fuera de contexto, que aparece en la narración como si quisiera impresionar, añadir dramatismo y queda expuesto de una manera insustancial. En la tertulia se dio mucha importancia al influjo en una generación, la de los 60, cuya manera de relacionarse cambió con respecto a generaciones anteriores.

La verdad es que a medida que se avanza en la lectura, desde mi visión: ni fu ni fa. Llega u momento en que es leer por leer, para ver adonde llega. Algún fogonazo de lenguaje poético, alguna reflexión suelta, pero se sacan a cuenta gotas. Es una novela víctima del lenguaje cambiante que usa ella autor. Trata de la inmediatez, de lo cotidiano, sin penetrar si quiera en ello. El lector puede convertir lo que lea en una metáfora, pero sin que venga dada. Más que lo que dice, hay que preguntarse lo que querrá decir, pero hay poco donde cavar. Mi amigo K, señala que hubo una corriente literaria en Europa, a la que Franz Roh denomina «Realismo post impresionista». Por mi parte no veo a Cortázar en ninguna corriente. Pero la influencia del ambiente, las lecturas, aunque fuera de la siguiente generación, quizá le llevara por esos derroteros. Todo influye. Apunta también a uno de sus relatos, el anterior que escribió antes de la novela, que ha sido llamado «Rayuelita», «El perseguidor y otros relatos». Para mí hay que leer una obra en sí misma. Y después observar el contexto personal, histórico, familiar, literario de la época…

El autor lo admitirá de esta manera, pero lo adornará con que si es anti novela, que si la patafísica. “La trampa del tiempo para crear ilusiones”. A veces entre los personajes plantean preguntas altisonantes, escritas de pasada. Como si fuera a decir algo, y luego nada. Lo mismo al nombrar a algún autor famoso. O músicos de jazz. Quizá den el ritmo del paisaje humano que expone. “Hablándose con la Maga entre el humo y el jazz.”

Un amigo de ambos, que gustaba de ir a las reuniones del Club de la Serpiente, Gregorovius, no caía bien a Oliveira, ni éste a él. Estaba enamorado, al menos le atraía la Maga. “Jugaban a hacerse los inteligentes” en esos encuentros de humo, música y alcohol. Gregorovius quiere saber de ella, que es recatada para contar de su vida, si bien advierte que no tuvo infancia. Su padre se emborrachaba Él le acaricia el pelo, cuando sabe que Horacio está con ella. Pero no le ve apasionado. Fuman y beben. Y hablan. Trasluce un estado de ánimo colectivo bastante deprimente, desesperados ante la nada y las palabras ni les consuelan, se regodean en su malestar. Una especie de vacío a modo de paisaje anímico, que en realidad el autor señala, no acaba de definir. La parte añadida, la que se intercala como segunda lectura ampliada parece que aclara las cosas, como si respondiera a la novela en su conjunto, aunque lo leamos parte a parte: “Hay imbéciles que siguen creyendo que la borrachera puede ser un método, o la mesalina (sustancia estupefaciente) o la homosexualidad… estúpidamente exaltado a sistema, a ser una llave del reino.” “La gente se cree amiga porque coincide algunas horas por semana en un sofá, una película, a veces una cama.

Alude Perico, uno de los que asiste, que en España la educación sentimental se adquiere en los burdeles y en los toros. De esta manera Cortázar lanza las frases, pero deja que se diluyan sin llegar a su desarrollo. Como ajustar con vodka las categorías kantianas. ¿Y? Como si quisiera decir algo sin decir, ni tan siquiera a modo de adivinanza. Es como si fuera un esbozo permanente. “Todo es superficial, nena, todo es epidérmico”. Mientras tanto Gregorovius mira a la Maga, estando presente Oliveira. Toman mate a mansalva. Y café.

La Maga cuenta finalmente que fue violada por un negro del conventillo. Oliveira se enfada y dice que le cuente los detalles, según ella basta como idea general. Si algo hay en la novela es la falta de trasmisión de sentimiento, como si la ausencia de éste protagonizara la primera parte de la novela, de la historia. Las cosas pasan y pasan, se dicen sin más. En la segunda lectura lo trata de explicar, de esclarecer, pero literariamente no aporta gran cosa. En ocasiones fogonazos de ideas, pero sin que se enganchen a la historia, sino como si el autor fuera observador de la misma.

Oliveira pretendía no amar a un fantasma que se deja acariciar el pelo (por otro). Ella apoya la cabeza sobre Gegorovius. A Horacio le duele el mundo. Participa un pintor, Etienne. Según mi amigo K también fue violado de niño, por su padre y tío. En esto yo no he reparado. Entender la tertulia de aquel grupo es como querer entender el amor de la Maga. Alude, en aquellos años en que escribe la palabra “algoritmo”. Y alude al mandala como algo alegórico. Las reacciones de unos con otros de los personajes no se relacionan, surgen. De repente la Maga llora, otro dice algo que no viene a cuento. “… y la lluvia sobre la claraboya, en fin, la literatura”. “La raza humana sale de la Edad media para ingresar en la era cibernética.”

En tal ambiente de desidia, el niño de la Maga enferma, llora le deja en la cama. Piensa que se va a curar. “las cosas pasan porque tienen que pasar”. La dejadez del ambiente se mantiene ante el llanto del niño. Se da vueltas sobre lo mismo, lo mismo. Parece que la presencia del niño enfermo es morbo novelesco al estar pendientes de sus amores, pero de pasada. La Maga en ese contexto aclara a Oliveira que no se ha acostado con Gregorius. Empezaba a tener celos. “La incomodidad en que vivía por culpa de la Maga y de Rcamadour.” Para Ronald él y sus amigos, incluido Oliveira eran sus espejos “y ella nuestro espejo.” Para Etienne era tonta.

Ella reconoce que Horacio no la quiere, que es una manera de soñar, lo cual va ser determinante en la segunda parte, en la cual realmente la sueña y la desea como tal, a través de otra mujer. Este aspecto de amar da interés a la novela, pero se presenta de manera tan suelta que no da lugar a entrar realmente en tal sentimiento, por otra parte real. Rocamador duerme. Él reconoce que no la quiso. Ella por su parte sí a él.

La narración construye un vacío sentimental. Con personajes vaciados, donde su historia se diluye, se va. Y en el mito se quiere hacer ver que los personajes son puro existencialismo, la Maga algo muy especial, cuando en realidad no portan nada. Es también un vacío literario, donde las palabras transcurren. “Mis peligros son sólo metafísicos”. El niño duerme, cree que duerme. Horacio insiste en que le lleve al hospital. “Íbamos a la caza de sombras”. La literatura no se hace saltando de frase en frase y entre medias poco o nada. “El placer era el espejo d ella reconciliación”. Trevel escribe desde ríos metafísicos. La Maga los nada.

He estado dando vueltas, tras lo que plantea mi amigo K y creo haber encontrado la clave de esta novela, en torno al personaje de la Maga, ciertamente enigmática y creado en torno a ella un mito, desde mi punto de vista irreal, pero qué hace que funcione como referencia en el imaginario de algunos lectores y lectoras? He aquí la cuestión. Según K, la Maga es loca, neofita en los debates, apática, desarrolla el disconformismo femenino. Para él la idealización del personaje permite «infinitas posibilidades de libertad.» Recoge que K, que el personaje la Maga es una referencia a una mujer real: Edith Aron. Pienso que le pudo inspirar, pero un personaje nunca es una persona, sino que alguien puede servir de anclaje para dar forma a un personaje, pero en el desarrollo de una obra, incluso de un poema, tal es un arquetipo, un modelo a modo de paradigma literario. De hecho también Alejandra Pizarnik dijo que el personaje era ella, cuando conoció a Cortázar después de escribir la novela.

Cortázar con Alejandra Pizarnik

La Maga es un personaje del que se habla mucho, en determinados ambientes, que parece el elemento central de la novela «Rayuela» y conforma la mitificación, desde mi punto de vista. No pocos defensores a ultranza de la novela indican que esta obra hay que sentirla, no querer entenderla. En esto se produce una trampa, porque de esta manera cabe todo en todo. Sin embargo hay algo, sobre lo que ha dado vueltas. Si hay gente a la que le impacta ¿qué es?, incluso sin que lo sepan. Y he aquí mi descubrimiento, analizando lo que cuenta el amigo K, al no querer dejarme llevar por sus palabras. En verdad es de donde parte la novela: «¿Encontraría a la Maga?» Es un interrogante. ¿Qué busca en la Maga? Y ¿qué simboliza la Maga?, porque en realidad no parece, insisto, haber sentimientos, sino una relación rutinaria. Ella le quiere. Él se acuesta con ella. Ella le quiere, pero le da lo mismo quererle. ¿Qué hay?, ¿que busca el autor y por lo tanto los personajes? Y puede que sea un problema actual, o de siempre. Oliveira busca el amor.

Cortázar busca el amor y lo hace a través de su novela. la pregunta, quizá sin respuesta, acompaña toda la novela. No hay sentimiento en la novela. En la segunda parte la echa de menos, la desea en la distancia. No está y es cuando parece que siente algo por ella, algo más fuera de lo cotidiano y de acostarse sin más, o sin demasiado más. Lo que busca es amar, ¡quiere amar!, más allá de la sexualidad, resuelta para él. Tal es lo que quiere encontrar. ¿Encontraría el amor? Pero la novela se diluye sin que llegue este deseo, porque en verdad lo que quiere es querer amar, porque ni siquiera quiera Oliveira quiere amar, sino que quiere querer amar, porque lo que siente es ese vacío. Quizá el de una generación que entraba en un mundo tecnificado. Medio siglo después parece que la sociedad, sus gentes, se ha rendido y ya no lo busca, asume ese vacío que llena de éxito, consumo y demás. Y la literatura se ha dejado llevar por la corriente, aunque surjan rebeliones en los últimos tiempos. Y sobre todo es que el amor no se puede conceptualizar, ni querer entender, pero exige dejarse llevar, ¿dejarse llevar en un mundo marcado por normas, horarios y la eficiencia?

No se puede hablar sobre que esta novela sea una prosa poética. Si tiene metáforas, pero sueltas, no se unen a la redacción general, sino que las plantea de manera aislada. Como contenido de fondo me parece que incorpora y mezcla a Sartre, con Joyce y la corriente de la antipsiquiatría, muy conocida por aquellos años 60, aunque la novela se desarrolle unos años antes. Sobre Joyce escribe en sus notas: “No es un poeta sino un filólogo genial. También en las anotaciones se refiere a hacer un personaje en la situación analizada por Sartre, del condenado a muerte.

Un escritor tiene un accidente. Luego sabremos que es Morelli, “está soñando en el hospital”. Le atropella un coche. Los demás personajes, los protagonistas se dejan llevar. Sin venir mucho a cuento, Oliveira se encuentra con una mujer en la calle, la quiere seguir, hablar, pero ella le da un desplante. A Moreli “le gustaría dibujar ciertas ideas.” “Mi inconformismo se traduce por su rechazo de todo lo que huele a idea recibida.” Va soltando ideas sueltas que el lector deberá hilvanar, pero… “otra libertad más secreta.

“De los buenos sentimientos nace la mala literatura.” “París es una enorme metáfora”, vemos frases aisladas, sin que intervengan caso en la narración, anodina por otra parte. Se quedan hablando hasta las tantas. Alguno se queda a dormir. Siguen divagando, sobre el amor que solo se piensa, o sobre las saturaciones sexuales. Pero cada tema se pasa de largo, no se dice nada de ello. Es cómo citar a tantos autores, no añaden nada, aparecen sus nombres sin más. El formato de la novela parece un puzle, donde cada pieza ha de encajar con las demás.

Horacio también se relaciona con Pola, aunque tampoco esté enamorado de ella. La Maga usa una muñeca de vudú para maldecirla. La Maga fuma tirada en el suelo. Y el niño aparentemente dormido. El vecino del piso de arriba hace ruido, le molesta que estén hasta altas horas de la noche. Hablan sobre el suicidio de Guy. Por temas de amor. Temas salteados que no pasan de ser enunciados. Según anota, Oliverira analiza el placer y la comunicación.

Las conversaciones entre los personajes son aparentes, se salta de Jung a Sartre, del karma a los lamas del budismo, pero simplemente se cita, sin más. Lo trata de explicar con esas frases brillantes que aparecen como fogonazos: “la inexplicable tentación del suicidio de la inteligencia por vía d ella inteligencia misma”. “El hombre sólo parece seguro cuando juega”; “Sin lenguaje no hay hombre. Sin historia no hay hombre”. Para Horacio “lo inmediato era aceptado como lo verdadero.” “Luchar contra la nada que nos barrerá.”

Cortázar quiso crear una nueva manera de leer, en la que el lector complete la historia, pero pienso que no lo consiguió, porque eso sucede en toda lectura. Usó un término poco afortunado, contra el lector-hembra, pasivo. Le valió críticas de machista, sobre todo años después. En realidad se refería a una idea de lector, cuyo termino utilizado quiso corregir. Me da la impresión que entra en un bucle sobre su novela, que se fue engrandeciendo como mito, no como una realidad literaria. Me da la impresión que Cortázar pretende hacer un chantaje al lector. Una trampa de conformidad. Lo que él llama “complicidad”. Es como si además pretendiera imponer una estética literaria. “El verdadero y único personaje es el lector, en la medida en que algo que escribo debería contribuir a mutarlo, a desplazarlo, a enajenarlo, a extrañarlo.”

“La razón sólo nos sirve para disecar la realidad en calma, no para resolver una crisis instantánea”.

De repente Oliveira y luego Gregorovius ven que el niño ha muerto, y no dicen nada. Para mí es una situación desagradable como lector, porque si poco sentido tiene aquel ambiente, menos con esta situación demasiado morbosa y que no aporta nada, sino más desidia, desconcierto. ¿Es lo que quiere provocar? Pienso que intenta forzar el desarrollo de la novela. Lo acaba viendo la Maga, si madre. Se desespera, “perdida en un delirio frío.” Mientras que el vecino, de ochenta años sigue dando la lata. Gregorovius va a avisar a la policía. La intrascendencia continuará. Tanto dentro de la novela, como en la narración misma.

La policía investiga si fue un infanticidio. Hasta esto se plantea de pasada. La Maga volverá a Montevideo. En sus apuntes Cortázar sugiere que pudo haberse ahogado en el Sena, puede. Pero sin consistencia y ya fuera de la novela. Una carta al niño, porque no sabe leer, escrita en un espejo… La escribe la Maga, aunque no lo dice claramente, pero cree que Horacio la considera mala. Es una carta a su hijo muerto. Le quiere. “El mundo no importa si no se puede elegir algo verdadero”. En realidad, dice, es una carta para ella. En las anotaciones habla del entierro de Rocamadour, pero que no estuvo Olivaira, y se pregunta ¿por qué? Cortázar lo ignorará en la novela.

Hay quien dice que se trata esta novela de posibilidades narrativas, pero en realidad es querer dar vueltas a algo que por la largura del texto acaba dándose vueltas para contarlo, para jacer un análisis, sin que haya especial contenido. Para Gregorovius La Maga “loca como de costumbre”. Va a ir a visitar a Pola, ya no queda nada, unirse al mundo, a la Gran Locura. “El alma de Occidente gastada por sus propias mentiras.” “Toda locura es un sueño que se fija.” “Fracasar con Pola era repetir otros fracasos.” la descripción que hace del encuentro con ella y su relación sexual es majestuosa en el añadido a la novela, a la parte del juego que se pasa de un capítulo a otro, pero es algo añadido, que no se ajusta a lo anteriormente escrito

Horacio se encuentra con una vagabunda en la calle, una clochard, con la que mantiene una charla y al final ella le acaba haciendo una felación, porque sí, sin más. Fruto de haber bebido abundantemente. “Ir a ver a clochard es gratis, hacer el amor es gratis, decirte que sos malo es gratis, no quererte…” Ella le pregunta que por qué se acostó con Pola. Él contesta que es una cuestión de perfume. “Emmanuel se echará poco a poco sobre su amigo borracho y con una lengua manchada de tanino le lamiera humildemente la pija.” Para la Maga ella está enamorada de Horacio, pero no él de ella. Emanuelle, una chica muy buena y un poco loca. Bastante loca a ratos. La locura ronda como elemento definitorio. Es donde acabará al volver a su tierra, a trabajar en un manicomio, quizá como representación del mundo, pero tampoco se van a encontrar contenidos sino de pasad. Emmanuel le cuenta a Horacio que Celestine vio a alguien ahogado en el río. Hablan de Delius, una mujer sensible que no se conforma con la poesía. Horacio, mientras que es lamido por la clochard, hunde sus dedos en el pelo de ella creyendo (imaginando) que es Pola. Luego esto le pasará con Talila con respecto a la Maga. Ésta quiere pensar que Pola no existe. Horacio no quiere hablar de ella. Pero lo hace. Podría tratarse de una inconsistencia sentimental, pero es quizá lo más real y pleno d ella novela, pues nadie domina sus deseos ni sentimiento. Pero lo plantea también, una vez más como de pasada. Un vigilante les llama la atención. Les detiene. No ha pasado nada. En esta parte hace una referencia, para mí sin venir a cuento, al juego de la rayuela. “se acaba la infancia y se cae en las novelas.” Están con pederastas y gente de malvivir.

Finalmente usa la metáfora del kibutz como utopía, un mundo ideal, “algún día alguien vería la verdadera imagen del mundo, tal vez empujando la piedra, acabaría por entrar el kibutz”. “Todo hay que inventarlo otra vez.

Y luego vendrá la segunda parte. Horacio Oliveira vuelve a Buenos Aires, a su país Argentina, donde se encuentra con un viejo amigo, Manuel Treveler, a quien no le gusta su nombre, no ha viajado, casi fuera del barrio. Trabaja como gestor en el circo “Las Estrellas”. Bebía ginebra. Casado con Talila, diplomada en farmacia. Él era “como una piedra negra en medio del alma”. Se enamoró de ella cuando explicaba cómo funciona un supositorio. Ella es feliz en el circo. Se da cuenta que sus amores son impuros, porque quien ama no espera nada fuera del amor. Sus amantes acaban admirándolo, lo que le crea un vacío.

Oliveira piensa que lo pasado fue una falacia mental. Se reencuentra con una antigua novia, Gekrepten, que hace mal el amor y tampoco cocina bien. Ella se ha casado con Manu. Horacio acepta los requiebros de ella porque haría cualquier cosa por acostarse con él. Una pieza asegurada, pero no muestra el más mínimo interés por ella. Sería innoble negarse a su infidelidad total. A la vez reconoce que odia los falsos contactos. Que por otra parte es la manera en que se relaciona con la Maga, cuando estuvo con ella. “Todo cariño es un zarpazo ontológico.”Treveler logra que pueda trabajar en el circo. Por más que quiera cargar la novela con ambientes fuera de lo común, para mí es una novela intrascendente en el contenido y en la forma en que se escribe. Las páginas que dedica a meter una tabla, nada que ver con la magdalena de Proust, que logra crear una intensidad con la que continuará su novela sumergida en el recuerdo. En “Rayuela” es querer envolver nada de algo. “Se puede matar todo menos la nostalgia del reino.” Se dice y se desdice a sí mismo el autor. Esto sí que puede tener que ver con la idea del título originario: “Mándala”, en cuanto a lo efímero de las ideas, de las expresiones, de lo escrito, que se hace y se borra después…

El mismo escritor Morelli, que parece explicar lo escrito, como reflejo de su personaje alter ego del autor: Considera sus obras anti novelas, aunque no anti novelesco. Quiere hacer cómplice al lector por debajo del desarrollo convencional. Habla sobre la lectura tradicional, escritura demótica (antigua, se refiere a la egipcia), es para el lector-hembra que se conforma con un orden cerrado en la novela. Se queda en la fachada. “no quiere problemas sino soluciones, o falsos problemas ajenos.” Pero en el caso de esta novela no hay más, fuera de la fachada.El problema es cuando no hay orden ni desorden, sino que no hay novela. Defiende “una narrativo que no sea pretexto para la trasmisión de un mensaje.” ¿Montar a caballo de una emoción al lector? Otra cosa es que lo consiga. “La novela es psicopsiquiátrica, la verdadera psiquiatría universal.” En sus anotaciones a mano plantea: “De ningún modo admito que esto pueda llamarse una novela.” Para Julio Ortega es una novela sin relato, un placer verbal. Para Andres Amorós escribió sin un plan fijo. Las notas, sin embargo, indican, que estaba todo planificado, hizo un mapa de lo que iba a escribir. Lo que sí que coincido es que la novela plantea preguntas sin dar respuestas. Pero cierra demasiado el contexto de los personajes para que los lectores se vean reflejados. Eduardo Romano señala la existencia en los años 40 del Movimiento Invencionista que impulsó el poeta Edgar Bayley. También comenta de la paradoja de una literatura si literatura.

En boca de Morelli plantea “mi prosa se pudre sintácticamente y avanza hacia la simplicidad… no sé escribir coherentemente.” Si se dijera como crítica externa se vería como una definición injusta, destructiva, pero hasta el autor espejo lo reconoce. Sin embargo los seguidores de esta novela no, o lo convierten en una novedad creativa digna de la más alta consideración. Pero insisten las aclaraciones, para Morelli resultaba irrisoria la intención de escribir una especie de novela prescindiendo de las articulaciones lógicas del discurso. En realidad Cortázar introduce su autocrítica en la novela, pero como un añadido. Y más adelante, en la segunda manera de leer el texto, la ampliación que yo llamo, específica formas lingüísticas del extrañamiento; multiplicación de irrealidades y los pasajes donde la ló(gi)ca acaba ahorcándose. A través de Moereli hace una radiografía a la novela, al verse Cortázar en (un espejo de palabras escritas por él. “Hay una naturaleza demoníaca en toda escritura recreativa.”

Recojo un poema de Julio Cortázar muy revelador en este sentido, que me aporta mi amigo K:

«Mucho de lo que he
escrito se ordena
bajo el signo de la
excentricidad,
puesto que entre
vivir y escribir, nunca
admití clara
diferencia.»

Treveler se da cuenta que su amigo mira demasiado a su pareja, Talila. El director del circo pretende verlo y hacerse cargo de un manicomio. La novela parece definirse a sí misma, en boca de Talila: “Estamos como habitados”. Luego lo hará más en la segunda forma de leerse. La novela se ralentiza sin dirigirse a algún horizonte.

En el manicomio empieza a “ver” a la Maga, la confunde con Talila. “Saberse enamorado de la Maga no era un fracaso ni una fijación en un orden caduco; un amor que podía prescindir de su objeto.” “Las palabras falsean las intuiciones.” Meterse en los caminos de las circunstancias. La Maga era uno, la literatura otro. Treveler habla de locos ilustres. Estaban tan locos como ellos, dice. Son malos actores, concluye.

Desde una ventana Oliveira ve jugar a Talila al juego de la rayuela. Ve en ella a la Maga. Oliveira tiene miedo a su amigo le pueda matar. Confiesa lo que le pasa a ella, que a su vez se lo cuanta a su marido. Piensa que él cree que está muerta, y al mismo tiempo la siente cerca, pero ella no quiere ser un zombi de nadie. Horacio le había besado. Quiso explicar aquel beso, pero no encontró las palabras. Oliveira tenía miedo a su amigo le matara. “El miedo se siente como último refugio.”

Otra observación de mi amigo K es que en la novela Cortázar desarrolla una especie de Juego de los Juegos, lo que refleja con los piolines, que son bobinas de cáñamo de colores. Para mí si significa algo es el enredo, sobre todo cuando quiere meter un tablero por la ventana. Parece que intenta narrar algo, pero al final nada. ¿Por ser un lector-hembra? Plantearlo así es un chantaje intelectual. Pero K va más lejos y lo relaciona con la teoría de las Cuerdas» y puede que tenga que ver con eso de querer querer amar, ya que esta teoría expone que el universo está formado de hebras de energía, las «cuerdas», de modo que las partículas subatómicas se forman por las vibraciones de aquellas. Es lo previo a la materia, lo mismo que querer amar es lo previo al amor, y querer querer amar lo previo a los sentimientos.

Para Oliveira la última casilla del juego de la rayuela es el centro del mandala. Están en el manicomio. Se le mezclan las realidades de Talila y la Maga. Besa a Talila. Quiere a las dos, pero las confunde: Un juego de espejos. Tal conflicto no llega a trasmitir tal sentimiento. Es una narración plana que, a mí al menos, no me emociona. “Escribir es dibujar un mandala.” es lo que plantea Morelli, un argumento más para ver que la referencia explicativa del desarrollo de la novela es esta palabra oriental. Habla también de escribir bajo un volcán, en alusión, posiblemente a la obra de Malcolm Lowry.

Julio Cortázar con Ernesto cardenal en Nicaragua.

Oliveira se quiere tirar por la ventana. Teme que le quiera matar su amigo, que sin embargo se preocupa por él. “Van a creer de veras que estás loco, van a creer realmente que to te quería matar”. Treveler le dice que confundir a una con otra se llama locura. Oliveira responde: “Todo se llama de alguna manera.” Parece que al final se deja caer por la ventana.

En realidad la segunda manera de leer, no es una nueva novela, ni siquiera una perspectiva como se hace creer. Es una aclaración a lo que ha escrito. Algo que va verse mejor en sus notas hechas a mano que salen en la edición comentada. El autor subtitula esta nueva parte “De otros lados”, con el subtítulo de “capítulos prescindibles”. Desde mi criterio no lo son, porque sin ellos la novela sería nada. Son aclaraciones, a veces triviales, en ocasiones brillantes, retazos que son los que más merecen la atención del lector. En algunos casos lo que cuenta lo intercalo con aquello a lo que se refiere en letra cursiva.

Hay partes en que se hace incomodo de leer, porque juega con la forma de las palabras, sin decir nada. Oliveira cae desde la ventana, pero no le pasa demasiado, le colocan una compresa en la frente. Parece que quiere hacer de menos al lector que no entre en esa tela de araña de palabras que escribe, y plantea que si la inteligencia binaria… habla de una soberanía mundial. Da la sensación de hacer grandes preguntas siendo un escéptico, no va a dejar de hacerlo. Pero da respuestas sin pregunta previa. Hace alusiones a la lucha en Argelia, los comunistas de Buenos Aires y parís, pero como todo de pasada. Y el olor de un pedo silencioso…

En esta parte añadida, donde Cortázar trata de explicar lo escrito, y darlo un sentido y contenido, lo consigue, pero no literariamente, desde mi punto de vista. Con definiciones brillantes, en algunos casos, como cuando define el amor, y plantea amar desde dentro de los sentimientos, no dirigidos por formalismos sociales o la costumbre, o la moral. Horacio tema la pasión sin una razón. Desconcertado, y añade una definición de amar digna de tener en cuenta: “Donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos, de todos los sueños”. Y “te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado y no puedo dar el salto.” “Total parcial: Te quiero. Total general: Te quiero.” “Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella.” “Como si pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos, que te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse.” Vemos que son explicaciones que justifican la relación entre los personajes. Observaciones agudas, ingeniosas, pero fuera de lo que es la novela, porque la cuenta desde fuera de ella, por eso no integra esto que quiere ser una continuación salteada de partes de la novela.

Incluso en ocasiones se convierte en un novelista dogmático, que hace de su novela una “patafísica”, tentado a establecer una especie de ideología literaria, a modo de una herejía. Pero sin consistencia, a pesar de la cantidad de lectores que alaban esta obra, y que no pocos la tienen como novela preferente. “Una prosa puede corromperse.” Más perecen estas reflexiones un anexo a la novela, no una continuidad de los capítulos, que terminan en sí mismos. Por eso es más un mandala que el juego de la rayuela. Intenta explicar la manera de redactarla. En las notas hay una similitud entre Rayuela y Mandala, cuando manifiesta que Talila baja a borrar la rayuela, destroza el dibujo…

Busca (Morelli) devolver al lenguaje sus derechos, para evitar que enmascare la realidad. Y luego suelta lo paradójico en este sentido: “No se trata de una empresa de liberación verbal.” Para él lenguaje quiere decir vivencia de una realidad. “No se puede revivir el el lenguaje sin no se empieza por intuir de otra manera.” “Morelli” quiere quebrar los hábitos del lector. Anota que el lector “soy yo mismo.”

Se muestra escéptico con la literatura,”quedan poetas, pero nadie los lee.” “No se trata de los versos, sino de la realidad poética.” No le preocupa la ligazón d ellas partes. Acaso pretenda el autor, lo que en la pintura se llama la deconstrucción, que en literatura no es sino, según su el creador de este término Jacques Derrida, comprender la relación entre texto y significado. Parece que Cortázar quiere romper este nexo de unión y hacerlo cambiante. Es una propuesta literaria, pero mitificarla hace flaco favor a la literatura. ¿Para salvarla hay que matarla antes?, es algo que insinúa. Finalmente reconoce, en boca de Morelli, que el escritor está sometido al lenguaje. Siendo el valor final el estético. Tal planteamiento da sentido al título “Mandala”, pues se hace una obra y luego se destruye como sentido de lo efímero. Pero insiste: “El escrito tiene que incendiar el lenguaje, acabar con las formas coaguladas e ir todavía más allá… Trasgredir el hecho literario.” El problema es que lo ha de hacer con el lenguaje. Éste se podrá deformar, jugar con él, pero lenguaje es. “Probablemente no servirá para nada.” “Para estar menos solos en ese callejón.” “Muestra un camino.” En este sentido creo que Joyce indagó en este camino desde el inconsciente. Miguel Ángel Asturias como elemento estético, ciñéndose a la forma y dando un sentido y un significado a ésta. Cortázar lo hace conscientemente, por eso no lo realiza de manera completa y necesita explicar, de alguna manera justificarse. “…lo que persigue es absurdo.” Se refiere a “Morelli. Se alguna manera filosofa sobre el hecho de escribir, sobre hipótesis inventadas, que no se convierten en teorías, ¿patafísica? Se queda en el planteamiento crítico. No obstante, el autor lo dice abiertamente al afirmar que a Morelli le repele el lenguaje literario. Quienes defienden el arte literario de esta novela no han entendido que no lo es, ¿por qué no quiso que lo fuera?, o porque no llegó a encontrar una salida. A quien disfruta de la lectura les llama “lectores-alondra.” Pretende devolver al arte la capacidad de producir imágenes. Para ello está la metáfora. Quien consigue este propósito es Miguel Ángel Asturias, especialmente en su obra “Leyendas de Guatemala”.

Julio Cortázar, Miguel Ángel Asturias y Gabriel García Márquez.

Sólo en sueños nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser eso que vaya a saber si somos.” “Hay tiempos diferentes aunque paralelos.” ¿Hay amores culpables? ¿La literatura es solamente contar algo?, o es cómo se hace.

Hace una alusión a la OTAN, como un incordio, con la que no basta discutir sueños ni inventar conversaciones estúpidas. De alguna manera reconoce o hace patente el ambiente descorazonador y decadente del Club de la Serpiente, sin decirlo abiertamente, pero dejando que se vea.

Al final del añadido, o de la parte sobre la que hay que “jugar” con el texto para ampliarlo, Oliveira habla con Etienne y le dice en un momento determina que por qué tener vergüenza de masturbarse, un arte menor. Esto puede parecer un terremoto, pero en realidad es algo que no aporta nada, ni revoluciona en mundo de la narrativa. Trasmite poca emoción, los personajes sin como el protagonista, demasiado conceptuales, sin trasmitir al lector sino ideas vagas, pinceladas con frases, algunas ingeniosas para describir una cotidianidad ramplón. Oliveira se da cuenta que la Maga tiene una vida personal y él está vacío, pero con una libertad enorme para soñar.

En las anotaciones manuscritas se plantea haber estado escribiendo durante largas horas de delirio e inconsciencia. Escribe sobre un cielo sin horizonte humano. “Haremos literatura hasta el final, pensó paseando un dedo por las sábanas. Toda su vida había sido literatura.” El estilo de la novela tiene mucho de apuntes sueltos hilvanados después. Ampliados al final.

Es una novela difusa, difuminada, indeterminada, que usa artilugios, a veces de calado y que hacen pensar. Plantea un juego con el orden de los capítulos. El lector se enfrenta a un mito literario y se ha de encontrar consigo mismo, entretenido en buscar la novela que nunca va a encontrar. Aunque si atrae a tantos lectores hay una resonancia digna de tener en cuenta y cada cual habrá de aportar sus sensaciones al leer la novela.

2 comentarios en ““Rayuela” de Julio Cortázar

  1. Rayuela de Julio Cortázar que teníamos para la Tertulia denominada «Joaquín Colín», muy bien puesto este nombre del buen profesor, tertuliano y amigo; fallecido recientemente . Recordamos a su hermana Ana que estuvo con nosotros el año pasado. Todos recordaremos sus entradas que hacía al inicio de la tertulia para darnos a conocer las características de cada autor y del libro que pensábamos tratar. Eran comentarios con unas características especiales y que tenían la patente del viejo profesor que recordaba tiempos pasados. Naturalmente todos los que le tratamos vamos a echarle de menos.

    Entrando ya en el comentario sobre el libro de Julio Cortázar . Puedo decir que a mí particularmente me resulta un libro infumable, plomazo ; de ritmo poco dinámico y demasiado pretencioso. El libro para mí no ha superado el siglo pasado . No señala una trama o hilo conductor que anime a seguir leyendo. En otras ocasiones como en el Ulysses de James Joyce tuve que hacer cinco intentonas de comenzar a leerlo. Al final con aquel sí que pude y me lo he leído más veces .

    Rayuela me ha resultado muy tediosa y con una falta de citas que busquen algo más. Hay mucho de Jazz y de músicos porque los cita y no hay comentarios sobre su vida, estilo, etc … Nada de nada. Así con pintores y demás. No sé si lo que quiere es poner el contexto de la estupidez : señalando una moda que hoy perdura , dárselas o echarse el farol de conocedor de algo que no se conoce pero se cita. Muchas veces el lúdico es un papanatas. Estos se encuentran en medios de comunicación de masas y abundan.

    El contexto de la época también es importante . El surrealismo y aquellos ámbitos de la pintura y los cafés de París que estaban inundados por ésta y otras modas, daban lugar a todo tipo de experimentaciones. Para mí Rayuela es un experimento laberíntico malogrado.

    Me gusta

  2. Segunda reflexión sobre la novela Rayuela de Julio Cortázar. Posteriormente a la tertulia «Joaquin Colin», a la que no he podido asistir en León. he teñido la ocasión de comentar por encima la novela con uno de los tertulianos. Es curioso pensar que esta novela tan Jazistica , no he podido entenderla a pesar de que soy un lector que acompañó mis lecturas escuchando siempre jazz. Claro si previamente hubiese sido un lector, buscando material: Julio Cortázar y el Jazz, Rayuela y el Jazz… De esta forma mi lectura no hubiese sido ni tediosa ni cansada sobre retazos sueltos o parrafadas .

    Personalmente creo que la intelectualidad ha sobrepasado los límites del arte en general . Para ver una pintura, leer una novela , entender el argumento de una película o escuchar música . Previamente tenemos que hacer por internet una exploración académica para poder entender cualquier obra de arte en los diferentes géneros.

    Rayuela teníamos para tratarla en estas tertulias maravillosas. Particularmente me ha parecido una novela pretenciosa por diferentes motivos . El principal que se ha quedado como perdida en el tiempo. Es muy fragmentaria y con un ritmo complicado y que no denota una fácil hilazón .

    Me acuerdo que con el Ulysses de Joyce no terminaba de arrancar al comenzar su lectura, pero siempre lo seguía. Me costó cinco intentos . Pero fue muy diferente . Aquí han sido doscientas hojas y como si nada.

    Sigo con mi línea de pensamiento inicial. Me pongo a escuchar Jazz como fondo , siempre o casi siempre escucho música clásica, rock, flamenco, blues, etc. Da la casualidad que en los últimos meses , muy repetitivamente , solo escucho Jazz. Pero no por influencia de Rayuela . Mi devoción por el Jazz tiene más de 45 años. En la época de estudiante , cuando me quedaba a estudiar por la noche , siempre me ponía algún programa de Jazz en la radio. Recuerdo los programas de Paco Montes, otros del Cifu, etc. Aparte de hacerme grabaciones en casetes y tener algunos LP y CD sobre el mismo tema musical. Claro esta reflexión me lleva a la siguiente conclusión : «Javier (mi nombre) eres un estúpido». Con estas condiciones tan idóneas eres incapaz de entender un libro. Mejores condiciones imposibles , pero no ha sido así.

    Recuerdo que un día hablando con una amiga sobre un profesor de Semiótica que estaba en la Facultad de Periodismo. Me hablaba de él con un término algo despectivo «cultureta» . Bien para leer Rayuela en las futuras semanas me haré antes cultureta.

    Me gusta

Deja un comentario