Se trata de la primera parte de la trilogía “La lucha por la vida”, formada además por “Mala hierba” y “Aurora roja”. “La busca” es una novela costumbristas del paisaje urbano de una ciudad, en su aspecto marginal, pero muy común a finales del s. XIX.

Es una novela con muchas anécdotas y enseñanzas de vida. Recorre la historia el peregrinas de Manuel, el protagonista, en busca de un trabajo. Pero entre tanto se buscan más cosas, sobre todo sentimentales. De alguna manera la historia de cada personas, cada cual en su ambiente. “La historia en la que las aventuras se buscan y no se encuentran”.

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Una narrativa sobre el amor y el dolor, sin demasiado sentimentalismo. “La buscona sale de su cubil y los jugadores entran en él”. Según el prólogo de mi libro es una novele basada en la autenticidad sentimental. Para mí en este aspecto le falta un despliegue mayor, se queda en lo que sucede, el proceso interior de las vivencias de los personajes queda difuminado. También se alude a que escribir como apuntes, sin orden da vivacidad al texto.

La novela comienza con la descripción de un cuadro de Juan Bautista, que aparece sonriente. Manuel, hijo de una criada viuda, va a Madrid.

Baroja usa la ironía con sutileza y de manera aguda, como cuando indica que es necesario regenerar España… de calzado. Propone hablar más de su progreso que insistir en que haya tanto atraso. Es un autor, como en su época en la que quien escribe monologa mucho con el lector, le trasmite reflexiones, pensamiento, hace que observe su entorno a partir del de el cual está situada la novela.

Ya Madrid estaba entonces envuelta en una nube de polvo. No por la contaminación, pero por el polvo de las calles y caminos ante tanto ajetreo. Las personas forman parte del paisaje.

Presenta dos caras del hambre, el orgánico y el moral, e ironiza sobre el “comunismo del hambre”. Habla de mediocarpantas y mediococineros. Hace un retrato escrito de la pobreza. No sólo de sus personajes, sino de su ambiente y época. Para él la Corrala, el patio común de un edificio es una especie de microcosmos. De alguna manera en ella está representada la humanidad. Es un submundo que busca superarse, salir de su fatalismo: “Si quieres hacer algo en la vida no creas en la palabra “imposible”; si disparas una flecha apunta a lo más alto que puedas, cuanto más alto más lejos irá”. Mientras se manifiesta esta esperanza las marquesas dan sábanas como entretenimiento. Salen a colación temas como los tatuajes, la prostitución, un tanto de corrido, como partes de aquel paisaje. “La miseria es el centro de gravedad de la degradación”.

Refiere a un correctos de periódicos. Recuerdo a este respecto a un gerente del Diario de León que me comentó en una ocasión que el mundo del periódico se había acabado antes de la difusión masiva de Internet, sino cuando se quitaron a los correctores, pues se usaba el de word en los ordenadores. Se perdió el prurito y con ello una manera de opinar y de informar.

La mayoría de los Hombre no tienen cara de Hombre. El gato tiene cara de gato, el buey cara de buey, pero...”.

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Pío Baroja

El centro de la historia gira en torno a la pensión de Petra, que está en el Corralón en la que viven diversos personajes. Leandro que vive allá, se enamora de Milagros. Los celos le mortifican, ama y odia a la vez a su amada. Aparecen los malos tratos. El padre de Leandro da una paliza a su mujer. Los malos tratos a la esposa los denuncia de esta manera el autor, que además los va a heredar el hijo. Formaban parte de una sociedad bruta, sin que fuera penalizado, aunque sí mal visto, al menos es lo que quiere Baroja, superar esta miseria moral que denuncia abiertamente. Va dando pinceladas sin profundizar en ningún aspecto, sino de manera general. Se queja el autor que además de escribir observa desde fuera la novela que ¡qué país! Que permite el derecho a romper la cabeza a alguien. Se impone la fuerza al talento, lo que da lugar al retraso de este país.

Sólo los miserables obedecen la ley del trabajo; El trabajo pa los primos; El miedo pa los blancos”. Es una atmósfera densa que el autor señala, observa para denunciarla al pretender que sea superada, pero para ello es necesario verla en su conjunto. Para mí tiene esta obra mucho de novela social, incluso más que costumbrista.

Leandro deja de relacionarse con Milagros, que se relaciona con Lechuguino. Los ve juntos en un bar de mala muerte. Leandro se pelea con el Valenciano y mata a Milagros y luego se suicida. Hoy se vería como un acto de «violencia machista», pero el retrato psicológico que señala Baroja son los celos y la brutalidad: “En los países civilizados ya no hay fieras”. Al matarla supo que en el escapulario llevaba una foro de él. Luego le quería. Las mujeres le culpan a ella, por picotear con otro. Retrata esta mentalidad forjada entre la propiedad emocional, la hegemonía de la fuerza, la figura del macho, y los celos, las pasiones no asimiladas que llevan al maltrato y agresividad contra la pareja. En la actualidad perdura, pero, pienso, que en una dimensión menor y desde luego con el rechazo social a la vista, lo cual si que ha cambiado categóricamente.

En este sentido considero que la literatura tiene una función educativa y pedagógica en la sociedad, pero también en el modelo de enseñanza. Precisamente la literatura se incluye en el programa educativo, a finales del s. XIX para educar los sentimientos, reconocer las emociones y ser dueños de ellas y no al revés, evitar dejarnos arrastrar por las pasiones al ser consciente de ellas y de sus consecuencias. Sin embargo se ha convertido esta asignatura en memorizar fechas, títulos de libros, consideraciones generales que poco inciden en las obras, que algunas se leen pero deprisa, para hacer un trabajo, en mis tiempos fichas, o para el examen. leí esta obra en BUP y me pareció costumbrista, exagerada, no valoré el mensaje del autor y nadie me lo explicó. Por eso las obras literarias pueden dar lugar a la reflexión, al debate, a analizar el interior del ser humano que es lo que saca la poesía, el teatro, las novelas. Y esto exige tiempo, hacer del estudio un camino y no una «carrera».

Habla de los serenos aquellos que abrían los portales. Se le llamaba para que abrieran las puertas de los portales. Conocían al vecindario. Yo de pequeño los conocí. Fue una profesión que desapareció. “Todos son de la Rusia…” Una sospecha popular, parece ser, pero sin fundamento que yo sepa. Vidal, el Bizco y Manuel forman “La sociedad de los tres”, se buscan la vida. Llegan a robar una cabra. Lo cual da una visión de en qué sociedad mísera viven es en ésta donde Baroja incide en ver la causa de los males que sin salir de ella se perpetúan.

La tercera parte supone un cambio de tercio, una especie de oportunidad para Manuel. Conoce al señor Custodio, un trapero que tiene ese trabajo, una casa, un carro y una mujer a la que ama y que le quiere. Manuel se enamora de su hija, Justa. Parece que el título se refiere a que “busca del amor”. Ella trabaja de ayudante de una modista. Deja de ir con los “golfos” y empieza a sufrir el amor. Va con la familia a una corrida de toros. A Manuel no le gustó, se manifiesta en contra. Curiosamente a una persona pendenciera le desagrada este espectáculo y a quienes viven en paz, tranquilos les atrae y disfrutan de la fiesta. Esto le vale a Pío para reclamar denunciar, que en otros países se preocupan de tener escuelas, asilos y no tanta fiesta nacional, pidiendo cultura y educación, salir de aquel estado de vulgaridad y zafio que muestra a lo largo de la novela, que quiere superar. A lo largo de la misma han desfilado “busconas”, chulos… “estos ya no son buenos”, clama por iniciar otros nuevos tiempos.

Pío Baroja
En el parque del Retiro. Madrid.

Al final el autor manifiesta que hay dos formas paralelas de vivir, que no se cruzan, que existen, pero que cada cual ha de elegir, una u otra: la de la noche, el placer, el vicio o la diurna: trabajar, la fatiga. “La de quienes trabajan al sol y no buscan el placer en la sombra”.

Aparece una taberna: “El Pinto”, lo cual me honra al coincidir con mi apellido, de cuya historia familiar pronto haré un estudio. Aparece la calle “Peñuela”, que es donde iba una hija mía a clase de piano, un siglo después de ser escrita esta obra. El nombre se debe a que es donde las mujeres (la peñuelas) tejían pañuelos y paños. También el barrio de san Blas, de donde es una cerillera. ¿Quién se acuerda hoy de las cerillas. Y este barrio hoy tiene una gran extensión. También la carretera de Andalucía.

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