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Más que una novela me parece más una miscelánea de ensayos o más bien reflexiones. Al ser presentada como novela, dejémoslo así. Es interesante, aporta datos y da pie a la reflexión, pero como lectura literaria no me ha llenado.

9788432250439Este libro lo leí porque se lo pusieron a mi hija pequeña como lectura en Bachiller que hace por la rama de Artes Escénicas. Hicimos el trato de leer por mi parte las obras que a ella le exigiesen. Y lo cumplí durante los dos cursos correspondientes. A ella le gustó bastante más que a mí.

Puede que la transformación de los personajes de pie a un juego con la literatura, pero prima más la reflexión del autor que esa metamorfosis que parece ser que se propone hacer. Los personajes se convierten en narradores en primera persona.

El título del libro hace referencia al territorio del que fueron expulsados los judíos de la península ibérica, de ahí el calificativo de sefardí para quienes provienen de aquel atropello a su cultura, a su vida. Cuando cinco siglos después a sus descendientes que han acreditado el parentesco se las he concedido la nacionalidad española. Son muchas las personas que a lo largo de la historia han sufrido la expulsión de su lugar por diversos motivos. Es lo que trata de recoger con un rosario de casos. me da la sensación de que se le va de las manos este leitmotiv. “España no fue una excepción, no fue más cruel o más fanática que otros países de Europa”.

Sefarad era el nombre de nuestra patria verdadera aunque nos hubieran expulsado de ella hacia más de cuatro siglos”, dice un sefardí, que guarda en todo este tiempo la llave de la casa de la que expulsaron a su familia en Toledo. Un decreto de 1924 los devolvió la nacionalidad española.

Señala de manera aislada, sin tener que ver mucho con lo que cuanta, que Dinamarca fue ocupada por los alemanes, pero no colaboró ni se sometió a las leyes antijudías, como pasó en Francia con el gobierno de Vichy. Pero narra de quien se queja que la comunidad judía expulsara de su seno a Spinoza y a otros “herejes”. O quien declara que no es judío porque lo fueran o no sus padres o antepasados: “A mí me hizo judío el antisemitismo”.

Señala el autor como los jóvenes del mundo moderno, primera década del siglo XXI no conciben un mundo sin teléfonos móviles, cuando en la generación de sus padres no hubo. Se hicieron colas en los locutorios, algo que hoy no se entendería. “Todo está mucho más cerca, pero somos nosotros los que nos vamos quedando un poco más lejos, aunque repitamos las palabras antiguas”. “Nada de lo que a nosotros nos gusta tiene sentido para ellos”; “Nos hacen sentirnos ridículos”.

Entresaco frases, pues no encuentro demasiado argumentario, ni una historia. “No creo que sea verdad que al viajar uno pueda convertirse en otro; lo que sucede es que uno se aligera de sí mismo”. Los trenes de ahora no nos obligan a sentarnos frente a desconocidos, no favorecen los relatos de viajes”. “Fantasmas callados con auriculares tapándoles los oídos…”.

s-2440a27a1f01920513b4669f109f634f6b643cd3En “El proceso” de Kafka al protagonista no se le acusa de nada, sino de ser culpable. Recuerda que las tres hermanas de este escritor checoslovaco murieron en los campos de exterminio. Lo que se repetirá en la realidad con los nazi y también los estalinistas con millones de personas. No se ve venir, sino que se acepta mayoritariamente por algo que puede ser válido en nuestros días: “Las cosas ocurren poco a poco, muy gradualmente, y al principio prefieres imaginar que no son tan graves, que la normalidad es demasiado sólida como para romperse, te irritan más que nadie los agoreros, los catastrofistas, los que señalan la cercanía de una amenaza… Esperas, no haces nada; con paciencia y disimulo no será difícil aguardar a que pasen los tiempos”. Recuerdo que leí este párrafo en una reunión para la lucha social, con el fin de explicar porque tanta resignación en la sociedad. Quien se aleja del peligro, advierte el autor, tal vez se acerque más al mismo de manera hipnótica.

Si un miembro de la Gestapo tiene la cara normal, cualquiera que tenga la cara normal puede ser de la Gestapo”. Narra igualmente situaciones paralelas al totalitarismo nazi, como las depuraciones en el Partido Comunista cuando Stalin gobernó en la URSS: “Cómo yo, una comunista voy a esconderme de mi partido, tengo que demostrar al partido que soy inocente…”. En este sentido es bastante aleccionador. A lo largo del libro se narran historias, pero no hay una historia, como sucede en “Vida y destino” de Vasili Grossman. “Va a ser ejecutado si los alemanes lo atrapan, pero también lo será si lo encuentran sus antiguos camaradas y subordinados comunistas”. Cuanta la historia de Willi Münzerberg, propagandista comunista que acabó siendo perseguido por el aparato del partido. Creo una red de asociaciones “neutras” en favor de la paz como estrategia de infiltración en las sociedades capitalistas. Logró crear una imagen de la Unión Soviética como enemigos de cualquier totalitarismo, quedando ellos fuera de sospecha de ello. Al menos logró convencer a mucha gente. A él le gustaban los lujos y la ostentación. Promovió congresos por la paz a nivel internacional apoyados por grandes personalidades y personas del mundo de la cultura de sus respectivos países. Una de sus estrategias fue repetir un mensaje machaconamente creando para ello una maquinaria de publicidad política. Al cabo de sus días confiesa que ha sido u peón, del club de los crédulos, de los engañados, de los sacrificados. Le expulsaron del Partido Comunista.

v2-1080x666Con todo esto habla de la “simpatía humanitaria” y advierte de algo frecuente en todas las épocas, de lo que deberíamos tomar nota: “El radicalismo imaginario y la simpatía hacia las revoluciones muy lejanas era un atractivo era un atractivo irresistible para intelectuales de cierta posición social”.

“¿Cómo hemos podido aceptar todo esto durante años sin ponerlo en duda, sin abrir los ojos? Ahora tenemos que pagar por toda nuestra ciega credulidad”. Algo que es válido para muy diferentes formas de sometimiento al Poder. Sobre la la reacción al levantamiento del ejército en España recoge un testimonio: “En mayo de 1936 mi profesor de literatura no podía saber que al final de ese verano estaría tirado y muerto en una cuneta”.

Redacta testimonios de primera mano de catástrofes históricas, de muy diferentes tendencias, para destacar el factor humano. “Uno habita todos los días de su vida en la misma casa… le parece que ha existido siempre y que va a durar siempre inmutable”. “Los niños a veces sienten una responsabilidad agobiante hacia sus padres”.

Cuando tenía nueve o diez años en Budapest, lo que yo quería no era que los judíos nos salváramos de los nazis. Se lo digo y me da vergüenza: lo que yo quería era no ser judío”. Son testimonios de una humanidad enternecedora y cruel al mismo tiempo. Como en otro contexto: “No soy discapacitado ni minusválido: soy cojo”.

Narra la historia de un hombre enamorado, que aunque fuera cierta carece de credibilidad, no tiene trayectoria, sino detalles: “mujeres que recordaba o inventaba, de las que me había enamorado en vano”. Le atormenta no atreverse a abrazarla. reconoce que desear y no actuar produce una peste, emocional. De esto habla Wilhelm Reich en sus estudios sobre la sexualidad y el inconsciente, sobre todo cuando no se reconoce que sucede. A unas las perdió por falta de coraje. “Descubre dos mundos: uno visible y real y otro invisible y mío”. En otro caso de quien se enamora de nombres, nombres de mujeres inaccesibles: un sueño proyectado por mi fantasía y deseo. Hay a quien le intoxica la soledad Muestra el autor su desolación ante tanto ser humano que no deja recuerdo al morir y desaparece en la brumas del tiempo. “Cuando alguien pregunta por eso borracho que andaba por la calle…”. “Toda desgracia le viene al hombre por no saber quedarse solo en su habitación”; “Las ciudades apenas son nada más que sus hermosos nombres, despojados de toda sustancia por el paso del tiempo”.

14474502225284Recojo citas porque me gusta leerlas en críticas o análisis, para luego esperarlas al leer el libro correspondiente me parece una manera de abrir el apetito por un libro determinado, más que con lo que pueda opinar. Además destilan la temática sin demasiadas deformaciones como cuando se cuenta, por regla general. Sí historias de mundos interiores, pero a pinceladas desde diferentes narradores que representa el autor para hacernos ver diferentes puntos de vista ante un hecho. A veces resulta tedioso. La historia, contada por “él mismo” de un soldado que se apuntó a la División Azul porque creyó fanáticamente en lo que le contaron y pensó que Alemania era la civilización. “Llevamos la crueldad y el ansia de dominación en el cerebro”. O denuncia la “íntima mezquindad masculina”

O también inconexo, con la historia de una monja, hija de un rojo, que manifiesta un descaro sexual ante un varón al que quiere usar para escapar del convento; “ella lo arrastra en su delirio”. Le llevan a plantearse al mismo que le sucede por liarse con una que no tiene marido ni nadie, que es mejor liarse con mujeres algo feas casadas o que sepan guardar la decencia, que la ventolera romántica causa incomodidades y sobresaltos. Ella luego va a América desde donde le escribe una postal sin firmar mandándole recuerdos. Historias de amores fracasados o imposibles, a través de las cartas de Kafka. “Ahora tan lejos era cuando la sentía más cerca de mí”

a108_velazquez-little-girlHay una moraleja que rezuma el libro, como es que hay un exilio que es previo a ser expulsado de algún lugar y que puede suceder sin cambiar de lugar: ser echados de nosotros mismos y de la vida que queremos llevar. A veces, pienso, el que esto suceda hace que se promueva desde la base social algún chivo expiatorio para al ver que al resto no le sucede se conforme. “Mi vida era lo que no me sucedía”. Y la melancolía de una niña pintada en un cuadro de Velázquez llevado a Nueva York: “Quizá alguien advierta en sus ojos oscuros la melancolía de un largo destierro”.

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