Tendríamos que cuestionar la manera de enseñar la asignatura de literatura en los centros de enseñanza. Debería servir para educar los sentimientos, tanto que se habla de educación sexual, de inteligencia emocional. Todo esto es el campo de acción que plantean los escritores. Pero se dedica a ser una clase más en la que se toman apuntes y hacer un examen sin haber leído casi nada, que tampoco es posible abordar más, pero sí hablar, comentar los entresijos y crear una inquietud.

Mi experiencia es que esta novela era un título que tenía que estudiar, sobre un autor del que tenía que saber una serie de datos para aprobar el examen. Gracias a un profesor de literatura, Joaquín Colín, volví a ella después de que me hablara de sus bondades, de que encontraría muchas de las cuestiones sobre las que hablábamos. Sigo leyendo también, poco a poco, “Los episodios nacionales”, que no me están decepcionando para nada, porque es conocer la historia a través de sus gentes, de sus vivencias y experiencias, aunque sean imaginadas.

No estamos ante una novela que cuenta una historia sin más, no es un folletín, sino que plantea toda una reflexión sobre el deseo de las personas, en una época determinada, pero con muchas situaciones en común. Que las relaciones humanas no están definidas por más que lo intenten los psicólogos y ahora se quiera diseñar con la inteligencia artificial para acabar con todo aquello que nos altera y también la convivencia. Sentir es problemático. El ser humano es un problema, es decir una cuestión por resolver y lo seguiremos siendo, con respuestas parciales, con propuestas inmediatas o a largo plazo, pero el problema continua, porque es la esencia del salto de nuestra evolución desde la biología a la cultura. Lo importante es tener conciencia de ello. Y curiosamente esto va a salir en la novela, algo que me sorprendió tremendamente porque nunca lo había escuchado ni leído en ninguna critica o comentario a esta novela.

Algunas reflexiones del prólogo plantean cuestiones genéricas, como por ejemplo si las pasiones son vicio o virtudes. Los anhelos y y deseos nunca varían. Quizá su manera de vivirlos, de expresarlos, según la mentalidad de la época. Para Menéndez Pidal esta novela es una de las mejores del s. XIX. O que se criticó a Galdós de no saber describir paisajes, siendo el maestro de esto Emilio Zola. La novela va mucho más allá, trasciende estas anécdotas. Incluso a su propia historia, porque hay que buscar los entresijos literarios.

En lo que en la introducción se denomina “la fauna madrileña” hay unos personajes que son Juanito Santa Cruz (apodado el Delfín), casado con Jacinta. Siente una pasión por otra mujer, Fortunata, que está casada con un hombre corto de entendederas y poco agraciado. En esta relación de amantes tienen un hijo, Pitusín, que cuando va a morir la madre se lo entrega a la mujer del padre para que lo cuide, ya que en su matrimonio no han tenido descendencia. Otra pareja matrimonial es la que forman Baldomero con Barnarita, que son los padres de Juanito, que sufre la sobre protección de su madre.

Y una frase de Shakespeare, que se aporta antes de comenzar la lectura de la novela: “Estos jóvenes no beben vino y acaban casándose con una prostituta.”

Juanito estudió la carrera de Derecho, atiende poco en clase porque no deja de pensar en las muchas novelas que lee. Otra vez quien va a vivir sus sentimientos fuera de las normas sociales es un gran lector, como Ana Karerina o madame de Bovary. Al final logró sacar la carrera. El autor hace un inciso más adelante sobre la lectura, “vida artificial y prestada.” Yo más bien diría que lo prestado es lo que vivimos hacia fuera, guardando las formas sociales.

El autor plantea su visión de la vida y del ser humano citando a Darwin y a otro evolucionista famoso: Ernst Haeckel. Algo que me sorprendió gratamente. Galdós estaba al día de los debates científicos, que no acababan de ser comprendidos por la sociedad en su conjunto, sino más bien eran atacadas sus teorías desde la religiosidad mundana.

Relata una característica del carácter español que es la llaneza castiza y también familiaridad democrática al preguntarse el porqué de los nombres en diminutivo en Madrid, por ejemplo uno de los protagonistas: Juanito, hijo único, rico e inteligente. Viajó en su juventud a París, donde dice que las mujeres despluman a los forasteros. También que antes los padres tenían a sus hijos en un puño hasta que se casaban, pero decían “déjale que corra”, algo así como eso de “suelta carrete…” Su progenitor le contó a su esposa delante de él cómo fue su decisión de casarse: “Misa padres me comunicaron a bocajarro que me casaría contigo.” “Nos casaban como a los gatos.” Que él sintió miedo, pero obedecía por ser la costumbre. Era el matrimonio un hecho reproductivo de la especie y un contrato, que por otra parte decidían los padres esperando que funcionara esa unión. La abuela de Juanito tenía miedo de que le comiesen las bribonas. Así que mejor saber con quien se casaba, con una mujer de familia bien. He aquí la descripción de la mentalidad de una época. Cuando volvió de París, Juanito estaba bien.

Juanito continuó el negocio familiar, que fue vender paños al principio. Luego uniformes militares y después capas, que resisten todas las modas. Al viajar llevaba novedades, que son el alma del negocio. Por ejemplo comenta del sándalo: nos trae los misterios budistas. Podemos observar la inmensa cultura que trasmite Galdós en su novela. Escribe: “Por doquier el hombre vaya lleva consigo su novela.”

No es sólo Fortunata la analfabeta, Barbarita, Jacinta y sus amigas y parientes, a pesar de su mejor situación, se encuentran casi en las mismas circunstancias – Doña Isabel vende a su hija para el matrimonio y doña Bárbara la compra: adquiere a Jacinta, convirtiendo la relación en un negocio: «Barbarita, que la había criado, conocía bien sus notables prendas morales, los tesoros de su corazón amante, que pagaba con creces el cariño que se le tenía, y por esto se enorgullecía de su elección.» Barbarita no supo qué es el amor, lo sospechaba. No amó a su novio, pero tampoco a ningún otro.

La crítica de Galdós a esa situación sentimental de su mundo hace ver que rechazara casarse, teniendo, que se sepa, dos amantes ilustres, Lorenza Cobián, modelo para cuadros de famosos pintores, y de la escritora Emilia Pardo Bazán, de cuya relación conocida en Madrid se han contado muchas anécdotas. En la novela que tratamos escribe: “El marido ve a su esposa como una criada sagrada.

Trata temas de economía, y otros, ambientados en tertulias, “No hay tienda sin tertulia, ni sin mostrador.” “Los grandes problemas se resuelven por sí mismos, dejar ir; dejar hacer.” Siguiendo el dicho que la Naturaleza se cura sola. Nombra pesetas catalanas, duros españoles, onzas, pesetas columnarias (peseta labrada en América con el escudo de los reyes entre columnas.) “Los billetes se usaban sólo entre los bancos.” Crítica el aumento de la deuda pública. Parece que en todos los tiempos cuecen habas. También que los géneros que venían de China degeneraban, sobre todo los paños. La lana empezaba a sustituir la seda. Así como que la sociedad española empezaba a presumir de seria, vestía de oscuro por influencia de los países del norte, trayendo a España la “seriedad europea.” “El vestir anticipa el pensar.” Cuenta cuando Madrid iba a empezara tener agua en las calles, todo un acontecimiento, que iba a servir para lavarse las manos y la cara. También sobre sociedades secretas en torno a clubs y cafés patrióticos. Señala los juegos de cartas: Tute y Mus. Hace alusión a la riqueza de la región leonesa el Bierzo, lleno de riquezas artísticas y se refiere al castillo de Ponferrada, en ruinas.

En el parque del Retiro, de Madrid.

“La voracidad del hombre no tiene límites, sacrifica a su apetito no sólo lo presente sino las futuras generaciones.” Hace todo un recorrido costumbrista por el ambiente de los personajes de la novela. Fortunata aparece comiendo un huevo crudo en un criadero de gallinas. A Juanito eso le gustó. Para mí es una de las escenas más eróticas de la literatura. En verdad todo lleva a pensar que Juanito se excitó, como joven de 25 años, alegre y triste a la vez, que viste con pantalones ajustados. Su madre, Barbarita, quiere casarlo, “hay que dárselo hecho”, y por supuesto con el visto bueno de los padres, y con alguien que exige la clase social a la que pertenecen. Le preocupa a ella con quién sale por las noches, sus amores libertinos y orgías de mal gusto, lo que parece era lo previsible en aquella juventud de la burguesía española de mediados del s. XIX.

Barbarita se fija en Jacinta, por ser pura. Hija de Gumersindo Aranaiz e Isabel. Considera que en el matrimonio no hay secretos, pero los padres de ella indagan las “aventuras” de Juanito. Él cuenta a su prometida que está enamorado de una chica que come huevos crudos.: Fortunata, una chica que es huérfana, sobrina de la huevera y pollera. El contraste de clase social, de mentalidad, es lo que nos muestra Galdós, con una historia en la que se debate la naturaleza humana y las convenciones que impone la sociedad. Para Jacinta el pueblo es sucio y “también las mujeres de clase baja porque por más que se lave el palmito siempre es pueblo.”

Juanito se adepta a su mundo, parece apocado, pero se rebela a escondidas: “”Tuve la manía de lo popular; el pueblo no tiene moral.” Admite que tuvo una “demencia ocasional” por Fortunata, que no va a ser tan ocasional. Lo define como “un capricho de aquel la hembra popular.” Las frases son descarnadas, muy duras pero definen la idea de las clases altas respecto a las que vivían pobremente. “El pueblo no conoce la dignidad, se mueve por pasiones e intereses.” “El dinero es para juergas y cañas.”

Galdós define Barcelona como una gran colmena de seres humanos. Las mujeres en los talleres ganan poco y trabajan mucho. A lo cual la idea del varón es que se dejan seducir por cualquier pillo: “Más vales ser mujer mala que máquina buena.” Todo esto son dichos de aquellos ambientes que recoge el novelista. Jacinta empieza a sospecha y le dice a su marido “¿Habrá algún huevecito por ahí?” Jacinta leía poco, pero apreciaba la poesía. La filosofía de aquel ambiente es “tomar las cosas en bromas, así se hacen más llevaderas.” Resalta Galdós las diferencias entre el varón y la mujer, mientras que éstas se preocupan de su casa, ellos de sus negocios. Se pregunta uno de los personajes “¿por qué las mujeres no se peinan solas?” Y a continuación advierte que las peluqueras son mu alcahuetas, no dejan de hablar de los demás. “La que no sepa que aprenda.” Fortunata acabará haciendo este oficio.

Viajan a Andalucía, donde él miraba a las mujeres como miran los burros a las flores: sin atrever a comerlas. Luego dice “¡Yo me comí el cardo!” Ve a Fortunata una chica sin educación, pero de ojos y boca muy bonitos. Y los senos como para meter polluelos. La llama “Pitusa” Para tener relaciones la engañó haciendo creer que se casaría con ella: “El pueblo es tonto, se deja engañar con tal de que se le diga finamente.” Un retrato de la mentalidad lamentable en una época. Porque el autor quiere reseñar esto mismo. Quiere hacer que se vea y que la gente reaccione. Luego se arrepiente haber mantenido una relación con ella. Estaba borracho. Pero Fortunata quedó embarazada. Ella le idolatraba. Fue a Madrid para estar cerca de él.

Según Juanito hay dos mundos: el que se ve y el que no se ve. “La sociedad no gobierna con ideas puras.” Pasaron unos años y Juanito y Jacinta estaban en paz y armonía. Según ella Dios está chocho, porque ellos ninguno y una mujer pobre tuvo gemelos, pero no tenían hijos. Ella desea ser madre. Oyó maullar a unos gatitos, antes de que les mataran en una alcantarilla. Considera que falta equilibrio en un mundo que se cae. El autor plantea que todo se arreglaría si los que más tienen dieran dinero a los que les falta, pero se pregunta ¿qué sobra? Considera la política de mera habladuría, pura comedia. “Lo indecentes y mamarrachos que son los políticos españoles.

La aristocracia antigua se convirtió en los dueños del comercio moderno. De esto escribe también Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su novela “El gatopardo.” Muestra Galdos lo que llama el “patriarcalismo”, que consiste en sentar a personas humildes en la mesa de los ricos. Baldomero, el padre de Juanita le propone jugar a la Bolsa para ganar dinero, o que invierta en cualquier negocio especulativo. Piensa que su yerno no tiene trampas como la mayoría de hijos de familias ricas. Por considerarle honrado le recomienda que se meta en política, porque además lleva bien las cuentas de la casa.

Juan un día está bromista y se muestra “pillín” con su esposa. Ésta le dice que la engaña con otra. Reflexiona el autor entre pensamientos de los personajes que en la naturaleza hay sucesivas modas y que hay que cambiar el “apetito.” Juanito ama a su mujer, incluso en la marea de su infidelidad, “el corazón tiene rincones y callejuelas.” El autor le pinta vicioso, discreto y sibarita. Aparece otro personaje, don José, que clama contra su mujer por ser adúltera. Los demás consideran que es un delirio porque se le ha reblandecido el cerebro, es escritor.

Fortunata quiso tirar a su hijo, es muy guapa, pero parece loca. Jacinta se siente engañada. Va a ver a don José acompañada de Guillermo. Se contaba que don José había matado a su primera mujer, lo que él negaba. Escribe sobre mujeres malas por ser adúlteras, lo que le hacía parecer también loco. No parece muy cuerda aquella sociedad, tal como la describe Galdós, porque hasta los que eran ejemplares tenían su aquél. Jacinta conoció a Pituso, al que ve un gran parecido con Juanito, su marido. Los ojos del niño los describe como los que pintaba Murillo. Jacinta se da cuenta lo que se extiende el imperio de la pobreza.

Y aparece el tema judío, que asocia a los que forman este pueblo con la libertad, y un dicho “esa judía cosa”, de donde parece deriva lo de jodío, que ya el arcipreste de Hita comienzo su obre “El buen amor”, con la palabra “jodíos” referida a este pueblo. Cuenta que el apellido Rubin es de los judíos que usaban algunos conversos, “ex-deicidas”, dicho esto en la novela con ironía. En el paisaje urbano no faltan alusiones a los pasos de Semana Santa.

Cuenta que en el colegio San Idefonso se extraen los números de la lotería. Algunos piensan que hay que suprimir este juego de azar porque “mata el ahorro.”

Juanito empieza a tener dolores imaginarios. Jacinta empezó a querer a Pituso. A través de Guillermina compra por 6.500 reales quedarse con Pituso, sin que lo sepa su marido, no se atreve a decírselo. Su venganza va a ser presentarlo en familia.

Los ángeles como están acostumbrados a volar cuando andan por la tierra se tropiezan.” “A las personas muy buenas hay que atarlas a veces.” Precisamente cuando Juanito se mostraba formal era cuando se iba de picos pardos.

“Es triste vivir agradeciendo o aborreciendo.”

Por fin Jacinta se lo cuenta a su marido, a éste no le parece bien, que mejor llevarlo al hospicio.

Refiere el golpe de Estado de Pavia, el 3 de enero de 1874.

Fortunata se relaciona con hombres groseros, tramposo y perversos. Piensa que como buena católica basta con arrepentirse para salvarse… Forma parte de una mentalidad creciente que Galdós define de “anarquía moral.” “La moral es el menor amor posible.” El único hombre al que amó fue a Juanito.

Aparece otro personaje, Maximiliano, hijo de Nicolás y Maximiliana. Hay muchas habladurías sobre su padre. Tiene 19 años. Quiere que Fortunata le quiera algo. He aquí la manifestación de un conflicto entre el deseo y las normas sociales, entre los sentimientos y la sexualidad, un clásico de la literatura que suele pasar desapercibido al quedarnos como lectores en lo anecdótico y en la trama, cuando no deja de ser una disculpa que usan los escritores para profundizar en los adentros de las personas de una manera universal, traducido a una época y lugar.

El amor puede nacer del agradecimiento, pero también tiene otros padres.”

Define “tonto”, como aquella persona que no tiene misión alguna. Maximiliano acaba siendo amante de Fortunata. Su tía doña Lupe le advierte “que una pindonga te engaña”, a la que considera una viciosa. Siempre ha temido a los poetas. Pasa de ser una mujer cristiana a una inquisidora. El autor habla de zurcidores morales. Con lo cual critica toda una trama de costumbres que impiden el desarrollo sentimental de cada individuo. Y lo hace desde una visión de los estatus sociales: “El servicio en las casas estaba mal.” Un cura insta a Fortunata de no volver “con esos pillos.” Con Juanito porque está casado. Este párroco es confesor de las Arrepentidas de Toledo, (las que han dejado la prostitución.) Advierte que ilusionarse ellas con un caballero es para bolear (ser un entretenimiento), ya que “el verdadero amor es espiritual, el alma por el alma.” Y coincide con doña Lupe: “Las mujeres se dejan pervertir por las novelas e ideas falsas de otras.” Reitero que el surgimiento de la pasión en las novelas de Flaubert y Tolstói respectivamente, “Madame Bovary” y “Ana Karerina”, empieza cuando leen novelas románticas. De ahí la censura literaria en las dictaduras.

El amor es la ley de las leyes, gobierna el mundo.” ¿Una visión utópica? Renunciamos ¡tantas veces a amar!, limitados por una serie de normas y usos sociales. O únicamente que el amor vivido nos delimita. Queda soñar y la literatura para viajar a otros mundos… sentimentales, que no dejan de ser los nuestros. Para el sacerdote “la única hermosura es la del alma, el cuerpo es para los gusanos.”. Y echa en cara a Jacinta que “amarró” a Juanito con ilusión espiritual, no de los sentidos. Como queriendo decir ¿de qué te quejas?, en definitiva que sea consentidora. El autor advierte “el verdadero señorío no humilla al inferior.” Está radiografiando una cultura y época para que se vea cómo funciona por dentro.

Maximiliano escribe una carta a Fortunata queriendo rebatir lo que enseñan los curas, instando a que no haga caso del amor místico. Lo que quieren es que madrugue y mantenga una disciplina para servir a sus amos, de esa manera trasnochar lo ven mal para el cuerpo y para el alma. Fortunata va a trabajar para las monjas. Fortunata cuando fue a casa de la Paca, lo hizo por necesidad, dice. Y que creyó mantener relaciones con quien se iba a casar. Lo que no fue así. “Los hombres son caprichosos.”

Juanito va rondar el convento, al saber que ella está en él. Sor Marcela es una monja que sabe de la vida. Advierte que la privación absoluta es el peor de los remedios, “conviene permitirlos de vez en cuando.” Pillaron a una monja fumando. Jacinta ayuda con dinero para mantener la casa de las monjas. Durante un desfile Fortunata ve a Jacinta de lejos, muy elegante. “A la gente más pobre no se la respeta y así anda el mundo pastelero.”

Fortunata no quiere casarse con Maximiliano, pero no les dejaron solos para poderselo decir. “No me llevan a la iglesia ni atada”. Finalmente se casaron. Él no pensaba que ella fuera mala, sino de corto entendimiento y docilota. Esta relación va a pasar por varias fases.

Los curas son los que más conspiran y pueden contra el gobierno.”

Fortunata se pregunta que por qué no amó a un albañil, en lugar de a un hombre rico, para que la engañara. Ella le ama más, después de todo. Jacinta también la ronda, está pendiente de ella. A Jacinta se le muere el hijo que iba a tener. Para ella es muy importante la maternidad, al ser el sentido de su vida y la confirmación de su matrimonio. “Quien se casa se engaña.” Un sobrino de doña Lupe, Juan Pablo, defiende el amor libre y espontáneo. De esto habla esta novela del s. XIX

Fortunata afirma: “No me civilizo, soy siempre pueblo.” A Juanito le dice que su “marido” es él. Otros son de reserva. “Me han llevado a casar como a una res al matadero.” ¿La infidelidad era una manera de rebelarse? Se fue con Juárez el negro por venganza de ser abandonada. Esta novela acabaría siendo una historia alargada sin otra cosa que contar sucesos, de no ser por la profundidad psicológica con la que Galdós escribe, matizando cada acto en un contexto íntimo y social. Fortunata dice que cuando se muera quiere ser mala.

Juanito quiere a Jacinta, pero de otra manera. Este juego de sentimientos se oculta en la realidad. Amar no es algo que esté definido, pero lo acotamos permanentemente.

Fortunata: “Yo le cedo (a Jacinta) mi hijo y ella me ceda a su marido.” Trata al suyo con frialdad, que conoció a quien le “destronó.” Maximiliano siente celos, le dice que le deshonra. Le pide que le diga la verdad. Ella le miente. No quiere encerrarse en un pueblo, como él pretende. Su marido le regala una pistola para que le mate y que luego se suicide. Jacinta también sabe que su esposo se “entretiene” con una mujer: Fortunata, morena y guapa.

Cuando va a ver a Juanito le dice a su esposo que tiene cita. Se ven en Cuatro Caminos y en Chamberí. Juanito y ella se pelean, discuten. Él insiste en que quiere “matar” a las dos. Doña Lupe afirma que de una mujer mala no se puede hacer un esposo decente. Juanito ofrece a Fortunata pagarle un piso y verse regularmente. El sacerdote le echa en cara a ella que su pasado licencioso le envenena el alma. Le manda que sea fiel a su marido en cuerpo y pensamiento. Ella se acaba yendo, deja todo. Así termina la primera parte. “Juan por pena le pone un piso para ayudarla a vivir de su belleza.”

El hermano de Maximiliano, Juan Pablo Rubí se pasa las horas en los cafés. “En Madrid los cafés y las casas se parecen.” Es un tradicionalista, que se encara con Feijoo, un coronel retirado, que es progresista. Estuvo en las guerras de Cuba, África y Filipinas. Tales disputas para el autor son una comedia, “al final se trata de a quien toca mamar y a quien no.” En tales tertulias se usa mucho la ironía, como quien decía que el mejor negocio era abrir la cabeza de alguien y vendar la paja que hubiera en ella.

“España es el país más charlatán.” En este país sólo hay tres cosas: Guardia Civil, uvas de albillo y el museo del Prado. “En España esta pícara raza no conoce el valor del tiempo ni del silencio.” Habla de la rectitud inglesa. “La cerámica española no vale para nada.” “El pueblo español está ineducado y hay que impedir que se engañe a los inocentes.” Acusa de corruptor al materialismo. Reconoce que la mayoría es buena, pero que hay mucho tonto.

Las guerras no terminan porque los militares van muy a gusto en el machito; los de acá y los de allá no están por la paz. Seguirán mientras que unos y otros mamen de ella.”

“La filosofía vuelve gili a los hombres.” “La mujer guapa lo es más con polisón o sin él? (armazón que se ponían las mujeres para que los vestidos abultarán más por detrás) “Las mujeres están para dar disgustos.” “La mujer castiga sin palo ni piedra.”

Conviene que todo el mundo coma, porque el hambre y la pobretería son lo que más estorba la acción de los gobiernos, lo que da calor a los revolucionarios manteniendo a la nación en la intranquilidad y el desbarajuste.” “Cuando pasa el tiempo sin cambios políticos aumentan las quejas y se azuzan las revoluciones.”

Un tertuliano, don Carlos plantea que el socialismo sin libertad es un absolutismo sin religión, un revoltijo de ideas: “Un meneo mental.” Mientras tanto “los bolsistas sólo hablan de dinero.”

“La peor enfermedad ¡los años!”

“A los hombres no se les puede tener consideración.” Fortunata considera que le han casado con un simple. A Juanito un prestidigitador de palabras. Le considera un pillo que miente. No volverá a esa casa, sólo a despedirse. Jacinta escribe una carta. Juan tiene hastío de Fortunata, “lo que no se tiene se desea y lo que se tiene se desprecia.” Considera que ha nacido para dar placer a un albañil, le resulta aintipática. La visita un coronel. Juan quiere cortar con ella. Resalta mucho Galdós la “lucha de clases” desde lo sentimental y las relaciones de pareja. La llama cariñosamente “nena negra.” Quiere separarse como amigos, que recurra a su marido. Ella le ofrece una última vez. Él se va. Le manda días después 4.000 reales. Ella le devuelve la mitad. Evaristo, el coronel, le dice que ella no ha robado a Juan. Ella cuando está triste friega y limpia la casa. También le pregunta si va a volver con su marido y pedirle perdón. Ella contesta negativamente. La insta a que sea práctica y que no haga tonterías contra la ley de la realidad. Él no es celoso, deja que entre y salga, pero no que mantenga otras relaciones. Fortunata no sentía amor por él, pero sí respeto. Y un cariño apacible. Le pone una casa. No aparecen juntos nunca en público. Maximiliano creyó que se había ido de Madrid. Piensa dejarla, pero la jubilaría con una paga. ¡Que hombre más raro”, le consideran cuando lo cuenta.

Fortunata sintió celos de Jacinta, una vez. Para don Evaristo la infidelidad es el fuego de la naturaleza contra el despotismo social. He aquí la critica galdosiana a las claras. Considera que es condición del amor no durar. Mantiene que a los dos años de casado es tener puesto un grillete. Quiere que ella arregle su vida y vuelva con su marido. : “No dejar que el amor e domine y echar todo por la ventana. Que hay que ser de la carne, pero también de la fuerza social, aun sabiendo que ella no ama a su marido. Le recomienda guardar el decoro y tener un buen nombre. “Las formas son casi todo.”

Maximiliano: “La desgracia me ha hecho volver la vista a lo que no se ve ni se toca. Desde arriba las cosas se ven distintas.” Se arrepiente de haber querido matar a un hombre. “Hay que anularse para triunfar, no ser nada para serlo todo.” Los pecados sin escándalo son menos pecados, tal es lo que llama Galdós “el culto externo a la sociedad.” Guardar las apariencias era lo más importante. La religión la define como una medicina del cuerpo y del alma. “Pecar y padecer son dos aspectos de la misma cosa.” “Padecer y aprender son sinónimos.”

Doña Lupe toma cartas en el asunto, lleva a Fortunata frente a su marido para que hagan las paces. Al segundo día la joven se va, pero finalmente no se fue. Intentan restaurar el matrimonio, más como institución que como relación sentimental. No le gusta salir ni ir al teatro, porque piensa que hablan (y cuchichean) de ella. No sale sola a la calle. Vive con su marido en casa de doña Lupe, como si fueran hermanos: “Corazón alanado, sin dichas ni penas.”

Cuando Evaristo, su antiguo “protector” visita a Fortunata, ésta se siente molesta: “hay un mundo que se ve y otro que está debajo escondido y lo de dentro gobierna lo de fuera… No anda el reloj, sino su máquina que no se ve.”

Otro día se encuentra en la calle con Jacinta que va con una niña. Fortunata seria. Mauricio llama a Jacinta “la pastelera.” Desea tanto tener un niño que lo robaría. Ve a Fortunata como una enajenada mental. Otro día al cruzarse Fortunata pellizcó a Jacinta en el brazo, porque no la reconoció, y le dijo “soy Fortunata” y se fue. Ésta piensa que que le ha robado a Juanito. Llegó a su casa morada. Doña Lupe pensó que si no estaría de antojo.

Maximiliano está enfermo, muy nervioso. Fortunata, a quien se le murió el hijo, quiere también adoptar uno.

El mundo vale por el amor, lo demás es figurado.”

Una amiga de Jacinta, Sra. Rubin, pregunta a Fortunata si hace mucho que ha visto a Juanito. Ella le dice que hace mucho que no. Guillermina aclaras a Jacinta que el legítimo matrimonio es el que es por Dios. Fortunata se ve mala, se casó, piensa sin saber lo que hacía, “me casaron.” “Al amor no se le dictan leyes.” Jacinta se esconde para escuchar la conversación entre Guillermina y Fortunata. Ésta le dice que no quiere a su esposo, y que él la busca, y que le pertenece. Rubin vió a su mujer, Aurora, con otro, dejó que viva y padezca y que padeciendo se aprende. A él le queda el suicidio.

Jacinta se obsesiona con no tener un hijo, pues piensa que sin él no es enteramente una esposa. Para doña Lupe un marido es la cárcel de la mujer. Juanito se ha arruinado. SE ve con Fortunata y la llama guapa. Ella le dice que es para él toda. Él pregunta si ha tenido algún devaneo. Traspira la novela en esa atmósfera de celos, posesión, fidelidad y alejamiento, sentimientos que con valor social diferente e según la mentalidad de una época determinada flotan igualmente. Quedan en verse. Fortunata le dice que aunque le pegara le querría, “Dios me ha hecho así.” ¡Que dirían hoy las feministas! Se trata de un afecto salvaje. Él la llama “nena negra.”

A todo esto Maximiliano empieza a tener delirios, ve que entran hombres con su mujer, que está con ésta en el lecho de muerte. Lee en la prensa que le quieren matar. Fortunata reconoce que le quiere porque tiene dinero. Doña Lupe piensa que los dos van a ir al infierno por tontos. Él compra un puñal de Toledo. No tiene miedo a la muerte.

Fortunata habla con Aurora, quien le cuenta confidencialmente que su primo tenía dinero y una vida disoluta. Que la hacía la corte estando casada y que en Francia tuvieron una relación. Cuando quedó viuda él no le hizo caso. Una red de relaciones van apareciendo, como la de una hermana de Jacinta a la que quieren casar con 18 años con un señor de cincuenta, el sr. Moreno.

En su delirio Maximiliano dice que su mujer está embarazada, nadie lo sabe. Ella piensa que es una revelación. No le llevan la contraria para que no se violente. Dicen de llevarle a un manicomio. Soñó una herejía: Que volvía el Mesías en forma de una buena moza.

Fortunata medida y se pregunta si debe pedir perdón a Jacinta.

Curas y abogados mala gente, ¡cargue con ellos.” Muchos creen, dice Galdós, que su libertad es dar gritos, insultar a los curas, no trabajar y pedir aboliciones. Por otro lado que cuando hay libertad los ricos se van al extranjero y no se ven las pesetas. Habla del trabajo de modelo en bellas Artes. Del nuevo tranvía y de la lotería.

De nada sirve la bondad si la maldad de otros obliga a hacer una barbaridad.”

No somos dueños de nuestra vida, estamos engranados a una maquinaria y andamos conforme nos lleva la rueda de al lado.”

Fortunata tiene a su hijo: Juan Evaristo Segismundo. Este último por quien será su padrino. Su marido la había querido matar con el hijo en el vientre. , pero siguió un consejo mesianista: “Que nazca y aprenderá.” Fortunata se siente culpable, piensa que lo malo no muere nunca y lo bueno muere por esterilidad. Le dicen que su Juanito ha estado con otras mujeres. “Si me hubiera dado un tiro me habría matado menos.” “Mejor castigar una consecuencia lógica que una puñalada.”

Foretunata quiere dejar a Juanito por traidor, pero ¿su hijo? Soñó que Jacinta mataba a su hijo. Tenía miedo de que se lo robaran. La novela entra en una especie de calidoscopio en que aparecen diversas posibilidades, imágenes distintas del mismo hecho. Da un tortazo a Aurora “por meter los dedos en plato ajeno.” Le engañó a ella y a Jacinta. Guillermina teme que abandone a su hijo.

Maximiliano encadena un delirio tras otro, de grandeza, de persecución, de fundar una secta para gobernar el mundo. En su fantasía tiene destellos de pensamiento: “Toda víctima es por sí interesante. Todo verdugo es por sí odioso.”

“Dios es el único que castiga”; “La infidelidad castiga la infidelidad.” Considera que la verdad le venía inspirada de Oriente. Fortunata no quiere verlo, le considera un hombre sin honor. Piensa que si hubiera tenido dignidad se hubiera pegado un tiro, no sólo lo habría pensado. Le pide que mate a Aurora y a Juanito. A cambio, le dice, será para él. Quiere que tengan un hijo en el infierno. Esta parte de la novela parece dramática, pero no lo trasmite, sino dejadez, como si la novela ya estuviera finalizada y busca un final enredándose en él.

Fortunata no tiene leche y se niega a que alimente a su hijo una nodriza. Le dará biberón. Jacinta como buena beata ama a su enemigo y no piensa en que Fortunata sea mala. ¿Jacinta estuvo con otro, que murió? A Fortunata se lo dijo Aurora. No es creíble.

El bebé se parece a Juanito. Fortunata sangra. Muere por una hemorragia. El cura le pregunta antes si perdona al hombre que le ha hecho pecar. Y si perdona a Aurora. Es como si el autor quisiera redimir a los personajes. Quiere que tenga puro el alma. Ella dice que es ángel y no puede confesar. Encierran a Maximiliano en un manicomio. Ballesteros le dice que hay que volver a las duchas y al de sodio, lo mejor para echar virtud y filosofía. bromuro. Reconoce que tanto él como Fortunata se equivocaron. Que los dos se engañaron. “La quise más que a mi vida y me hizo mucho daño.” “La vida es una pesadilla, más la quiero muerta.” Quiere ir a un convento. “No encerrarán entre murallas mi pensamiento.” Dice residir en las estrellas. “Pongan a Maximiliano Rubin en un palacio o en un muladar, lo mismo da.”

La naturaleza estalla a quien la quiere gobernar.”

Jacinta y su suegra dan una carta a Juanito que escribió Fortunata. Juanito reconoció a su hijo y prometió quererle. Había perdido la estima de su esposa y a su amor. Juanito aparece como falso y mala persona.

Una novela llena de psicología, con un fondo costumbrista de la época y en donde se analiza la cultura y la mentalidad a través de los sentimientos. Y como consecuencia de una evolución biológica que arrastramos. No en vano cita a Charles Darwin científico que establece la teoría de la evolución a partir de la selección natural. También aparece Ernst Haeckel, un famoso evolucionista cuya teoría fue editada el año 1866 en “Generelle Morphologie der Organismen.” Algo que rezuma a lo largo de la obra si se lee atentamente.

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